Un miedo “aparentemente” sin sentido

Los trastornos de ansiedad y las emociones básicas.

Experiencia y teoría, vistos en perspectiva.
Opinión
  
por Sandra Gutiérrez Alvez 

“¿Cómo explicar las emociones sutiles? ¿Cómo admitir que unas triviales reacciones orgánicas puedan dar cuenta de unos estados psíquicos cualificados?” comienza diciendo Sartre al tratar de componer una teoría sobre las emociones.
¿Podemos concebir en qué consiste una emoción? Seguramente la identificamos, pero…¿podemos claramente  definirla y cómo nos aborda?¿Por qué llega en ese momento a nuestro cuerpo y se manifiesta de esa manera? Cuando las emociones nos superan y no podemos controlarlas ¿eso es signo de locura o pueden acabar con nuestra vida?
“La manifestación de una emoción Es una transformación del mundo.”  continúa Sartre, en Bosquejo De Una Teoría De Las Emociones, y así es,  creamos con nuestra reacción una transformación momentánea de nuestro mundo, cuando transitamos por lugares oscuros o dificultosos, entonces nos creamos nuevos caminos por donde transitar, pues ya no podemos permanecer en esa dirección que nos conduce al caos, o un laberinto sin salida se nos plantea ante nosotros una situación incómoda.

Debemos  actuar con prontitud, entonces reaccionamos con una fuerza potencialmente igual a la que se nos interpone, en física sería esa la explicación exacta, en la vida diaria diríamos que creamos universos para defendernos de una situación que nos agobia , a la tristeza el llanto, a la felicidad u alegría , la risa, temblor ante el temor y  por un momento tratamos de cambiar el mundo, viviendo cada momento a nuestro ritmo, sin registrar que existen leyes que lo rigen,  o sea, lo vivimos como si la relación entre las cosas y sus potencialidades no estuvieran regidas por unos procesos formales deterministas, sino mágicamente destinadas a suceder.

Como sabemos, los fenómenos psíquicos internos se pueden deducir  a partir de ciertas peculiaridades de la conducta y comportamiento externos, individuales o grupales. Está demostrado que el individuo siempre es influido por los estímulos sociales al estar o no en presencia de otros y que, en la práctica, todo lo que un individuo experimenta está condicionado  en mayor o menor grado por sus contactos sociales. El medio en el que crece y se forma es su mayor maestro en las reacciones y acciones de vida. Las emociones no escapan de ello, por eso la relación entre el individuo y
las emociones que demuestra ante los estímulos, ha sido siempre un objeto de estudio y la principal es la aprehensión a las relaciones y exigencias nuevas.
Imaginemos al niño en su primer día de clase, llora de miedo o ríe de felicidad, reaccionando a su forma frente a un cambio en su vida. Ahora imaginemos al joven en su primer día de trabajo, sus manos sudan frente al temor de perder su empleo por su incompetencia.  Pero, al ser imposible la aprehensión del objeto o al
engendrar una tensión insoportable, la conciencia lo aprehende o trata de
aprehenderlo de otro modo; o sea, se trasforma precisamente para trasformar
el objeto de peligroso en algo parte normal de su vida.  Es así que el individuo está en un cambio o adaptación continua, pensemos el niño sabe que aunque quiera o no mañana debe ir de nuevo a la escuela y el joven sabe que para conservarlo debe adaptarse al trabajo, ambos deben adaptarse concientemente, y en pocos días la ansiedad producida por los estímulos es superada; en casos más acelerados, esos procesos son inconcientes, por ejemplo cruzar por primera vez una avenida sin semáforos, reaccionar frente a una noticia familiar, una nota escolar, o un amor que aparece sorpresivamente. En sí, ese cambio en la dirección de la conciencia no es nada extraño se produce a diario en muchas acciones. Pero el mundo ha acelerado su proceso y los cambios se suceden cada vez más rápido sin que nuestra capacidad de reacción y adaptación sea la correcta, por ello, los desajustes en el sistema psicológico del individuo son cada vez más frecuentes. De ahí el origen de los ataques de pánico, el estrés y las fobias.

Como les venía diciendo, una emoción es una respuesta ante un camino sin salida, o una reacción ante un ataque del medio, los expertos dicen que en algunas personas esta alarma se activa sin ninguna razón aparente, y esto es conocido como ataque de pánico. Hablar de estos temas desde la fundamentación teórica, puede sin duda crear polémica, mucho más cuando una persona como la que suscribe no es más que un lector aficionado a temas de psicología; pero decirles que puedo hablar desde la experiencia,  es otro tema.

Yo no soy experta  en psicología, pero he sufrido ataque de pánico, y también pensé en un primer momento que eso me sucedía sin una razón aparente, hasta que descubrí que en mi caso se trataba de una reacción retardada a una multiplicidad de situaciones estresantes que me atacaban y frente a las cuales yo reaccionaba sin emoción aparente, quizá por una influencia cultural a no mostrar ciertas emociones o por una inclinación natural inconciente de mi persona. Con el tiempo y hablando con otras personas, fui descubriendo que a otras personas le sucedían los ataques asociados muchas veces a sucesos estresantes que el individuo negaba o escondía inconcientemente por alguna razón.

El ataque de pánico, un miedo “aparentemente” sin sentido, es originado en la confusión de las emociones y las reacciones inconcientes ante un estímulo desconocido o no esperado. Es cada vez mas frecuente en la vida contemporánea postmoderna, donde se pretende vivir en un sistema que ajusta mucho pero poco da en contención emocional. El desorden moral de la sociedad y las exigencias del sistema son causantes de los desórdenes internos de las emociones del individuo, que  sin duda no puede alcanzar la velocidad de cambio del sistema grupal. La inseguridad económica, educativa, familiar , las crisis sociales y de fe, la excesiva preocupación por la salud individual y colectiva, quiebran las defensas emocionales del individuo, que inconscientemente no sabe cómo reaccionar frente a tantos nuevos estímulos.. Muchas veces el individuo tiene una respuesta inmediata  fría o mecánica frente al estímulo pero acumula en su anaquel inconciente el miedo y la situación estresante que le produce; día a día  va acumulando miles de esas emociones no expresadas hasta que explotan en un ataque de ansiedad en forma de pánico o fobia.

El objeto al que se le toma pánico, miedo o fobia, por lo general es sólo alguno de los causantes de la ansiedad y toma el lugar simbólico en el conciente, siendo este símbolo, un limitante en la vida del individuo. Por ejemplo la persona siempre tiene un ataque antes de salir a cenar afuera, entonces abandona las salidas a cenar, siendo la salida un símbolo y no el verdadero causante del  ataque. Quizá el ataque esté asociado a una situación estresante que sucedió antes de alguna cena, o en alguna cena que el inconciente bloquea puede ser un miedo con la comida o con las personas , pero que el conciente confunde y toma como símbolo, símbolo que por supuesto es sólo eso y no es realmente una amenaza,  y eso debe identificarse para poder superar las limitaciones que el trastorno va produciendo.  Siempre una terapia ayuda a salir del problema.
 Fobia es  una palabra derivada de Fobos,  del griego antiguo Φόϐος, ‘pánico’, que era la personificación del miedo en la mitología griega, es un trastorno de salud emocional que se caracteriza por un miedo intenso y desproporcionado ante objetos o situaciones. 
En el caso de las fobias, como consecuencia de un miedo más o menos consciente acompañado de un componente ansioso, puede expresarse de muchos modos. Existen tantas fobias como personas, ya que cada individuo puede desarrollar una fobia a cualquier cosa, aunque se describen con frecuencia algunos tipos más habituales, como la agorafobia (miedo a los lugares públicos) y la claustrofobia (miedo a los lugares cerrados). La acrofobia o vértigo: miedo a las alturas, antropofobia: miedo a las personas o a la sociedad,  hemofobia: miedo a la sangre,  sexofobia: miedo al sexo, o a algunas de sus practicas, o miedo a los insectos también llamada entomofobia, etc.

El primer ataque siempre es el peor porque nos sorprende y creemos que moriremos o enloqueceremos, los siguientes aunque ya conocidos son igualmente experiencias desagradables , pero lo importante es saber que es una reacción de nuestro cuerpo como si fuera una emoción más, sólo que se ha producido por una acumulación de emociones, por eso es más fuerte, y que saldremos,  como salimos del llanto o la risa.

Según los Institutos Nacionales de Salud Mental de los Estados Unidos (NIMH), los ataques de pánico son sensaciones repentinas de terror sin motivo aparente que aparecen dentro del denominado trastorno de pánico (uno de los trastornos de la ansiedad). En estos ataques pueden presentarse síntomas físicos, tales como: taquicardia, dolor en el pecho, dificultad para respirar, mareos, síntomas todos originados por la ansiedad..
Por otro lado, la cuarta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Psiquiátrica Estadounidense (American Psychiatric Association, APA) (DSM IV) contempla, dentro de los criterios diagnósticos de los trastornos mentales, varios aspectos para diagnosticar la crisis de angustia (ataque de pánico ). Concretamente, define el ataque de pánico como una aparición temporal y aislada de miedo o malestar intensos, acompañada de cuatro (o más) de los siguientes síntomas, que se inician bruscamente y alcanzan su máxima expresión en los primeros 10 min: palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca
Sudoración, temblores o sacudidas, sensación de ahogo o falta de aliento, sensación de atragantarse, opresión o malestar torácico, náuseas o molestias abdominales,
inestabilidad, mareo o desmayo desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo) miedo a perder el control o a perder la razón, miedo a morir parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo) y
escalofríos o sofocaciones.
No obstante, el DSM IV no contempla el ataque de pánico como una enfermedad codificada ni diagnosticable. Es tan sólo un síntoma de otros transtornos.
En el trastorno de pánico, la persona experimenta ataques de pánico repetidos e inesperados y sufre ansiedad persistente sobre la posibilidad que los ataques de pánico vuelvan a ocurrir. El trastorno de pánico se distingue de otros tipos de trastorno de ansiedad en que los ataques de pánico son repentinos, inesperados y sin causa aparente. Pero recordemos que nada sucede mágicamente, las causas están ocultas y hay que tratar de encontrarlas para sanar.

Uno de los síntomas más terribles para los afectados de pánico es la percepción de desrealización. La desrealización es un cambio en la percepción del entorno de un individuo, en donde el mundo a su alrededor parece irreal o desconocido por unos instantes. A veces se confunde con una descompensación, pero nada tiene que ver con algo físico, aunque muchas veces pueda asociarse a alguna enfermadad producida por el estrés.
Términos comúnmente usados para describir los síntomas y sensaciones de desrealización son los que siguen: ves a través de un velo, sientes  una sensación de niebla en los sentidos, uno  se siente separado de sí mismo, atrapado en un vidrio, retraído, aislado o distante del entorno inmediato, parece un espectador de algún juego extraño y sin sentido, sin vida, como en un sueño, fuera de tu cuerpo, te observas desde tu mente y cosas por el estilo.
Esta condición es directamente causada por la ansiedad, y es síntoma de la misma. Está causada por cambios que ocurren en la forma en la que el cerebro procesa las señales nerviosas durante los trastornos de ansiedad.
Lo más importante a tener en cuenta es que sepamos o no exactamente cual ha sido  el detonador inicial que desencadenó esta  respuesta emocional, que se transformó en ansiedad, lo cierto es que el peligro que nuestro cerebro está “percibiendo” no es real. No existe realmente una amenaza ahí afuera, y en realidad estamos a salvo. Nadie se ha muerto nunca de un ataque de pánico, aunque si pueden ser muy intensos y desagradables. Pero es muy importante estar consciente de lo que nos está pasando, para que cuando se presente, podamos estar tranquilos de que no nos está dando un infarto, sino saber que solamente es un ataque de ansiedad, y dejar que pase. No   vamos   a enloquecer, ni eso significa que ya estemos locos, son síntomas a tener en cuenta para poder corregir, buscar y sanar nuestras reacciones emotivas y las situaciones estresantes a las que nos exponemos o nos hemos expuesto.

Cómo puedes manejar un ataque de pánico:
(basado en mi propia experiencia)

Primero hay de pensar que esto es pasajero, y  que aunque es desagradable no estamos en peligro de muerte y lo podemos dominar.  En cuanto identificamos o sentimos que nos aborda, busquemos un lugar donde nos sintamos cómodos, sentados, un lugar cerrado como un baño, por si deseamos quitarnos la ropa o desabrigarnos, puede ser un lugar acogedor al que correr como nuestro dormitorio u oficina, pero puede ser al sol, en el pasto o donde sea, pero que sintamos que es nuestro lugar seguro para pasar esos momentos de ansiedad, sabiendo que pronto los síntomas van a desaparecer.

Comencemos a  respirar lenta y profundamente, si es posible por la nariz. Sostener el aire por al menos  5 segundos  y expulsarlo lentamente. Eso oxigena el cerebro y nos ayuda a entrar en la realidad.  Intercala esta respiración con tu respiración normal y repite la acción hasta que te notes más tranquilo.

Siempre debes estar consciente de que es una reacción de ansiedad, que no es una  situación real, sino que es creada por nuestra mente y por lo tanto momentánea y pasajera. Puedes decirte cosas tranquilizantes como “ya va a pasar”, “esto no es real, es sólo una reacción de mi cuerpo sintiendo ansiedad” “Lo voy a dominar”

De pronto descubres que algo puede ayudarte, entonces úsalo, puede ser frotarte las manos o cubrir tu cabeza, algo que pudiera parecer tonto para los demás, pero que es significativo para ti en ese momento y te ayuda a mitigar los síntomas.

Inmediatamente después de superado el ataque, es bueno fijar nuestra mente en pensamientos positivos desestresantes, si estamos con alguien entablar una conversación que nos aleje del momento, si nos encontramos solos podemos cantar alguna tonada que nos guste, escuchar música relajante o fijar la mente en recuerdos bellos, luego buscar una película divertida o simplemente salir a caminar, De ser posible es muy importante tomar un baño relajante y descansar al menos una hora. Esto nos relaja y recupera, además de restaurar la seguridad en nosotros mismos. Recordemos que perder un día de trabajo puede ayudarnos en la recuperación de nuestra salud. Así que pongamos en la balanza el tema y sepamos elegir.

Nunca luchemos contra el pánico, porque recordemos que está dentro nuestro y es irreal, luchar y pasar hablando de él,  lo fomenta. Es bueno reconocerlo, pero no temerle ni considerarlo un enemigo. Es mejor dejarse llevar por el momento, observar al pasajero como lo que es, conocerlo para poder dominarlo, y simplemente dejar que pase.

 Es importante tratar estos ataques, y si persisten  consultar un especialista porque pueden desencadenar en una en el Trastorno de Ansiedad Generalizada . El síntoma fundamental de ansiedad es persistente en el tiempo (dura más de 6 meses) y generalizado sobre una amplia gama de acontecimientos o actividades vitales. La ansiedad no está restringida a una situación en particular, como en las fobias, ni se presenta exclusivamente en forma de crisis, como en el caso de las Crisis de Pánico. En estos casos el estado de ansiedad es casi permanente, oscila durante el transcurso del día y afecta a la calidad del sueño. Es además muy limitante en nuestra vida cotidiana.

Un buen psicólogo o un terapista Gestalt nos puede ayudar a reconocer el verdadero motivo. La meditación también es una herramienta muy recomendable, pero no olvidemos que por sobretodo debemos estar dispuestos a someternos al tratamiento, a encontrarnos con sorpresas y a aceptar lo que vayamos descubriendo como cierto, porque el camino de salida de un laberinto puede estar lleno de espinas, pero para ver la luz, muchas veces  es necesario transitar por él.

Si hoy sufres de fobias, pánico, o ansiedad, recuerda que puedes superarlo, busca ayuda y no sólo tomes pastillas mágicas, corrige tu vida y busca dentro de ti, que seguramente descubrirás a los verdaderos causantes de tu ansiedad.



Bibliografía:
Jean-Paul Sartre Bosquejo De Una Teoría De Las Emociones

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