Van quedando pocos salmones




por Sandra Gutiérrez Alvez

Se dice que " uno propone y Dios dispone", y aunque consideremos los posibles inconvenientes, nos llegan los imprevistos que nos obligan a cambiar nuestros planes, y hasta el clima y las estaciones pueden influir en nuestras vidas. Sin olvidar que somos animales racionales y nuestra existencia depende no sólo del medio, sino de nuestras decisiones sabemos que las acciones por incomprensibles que parezcan para algunos, pueden ser el pilar que construya o derrumbe nuestros emprendimientos. Por eso es importante seguir nuestras luchas por locas que parezcan.

La sociedad ha cambiado a lo largo de la historia, evolucionado o involucionado, según la visión que la juzgue, y en eso, todos, de alguna manera hemos contribuido: los que participamos sumando pequeñas realizaciones de la vida diaria y los que han llevado adelante los grandes cambios. Los vanguardistas que en su tiempo fueron considerados locos y quebrantadores de los sistemas, sin duda han sido personas diferentes al resto, ni mejores ni peores, sólo diferentes y con el tiempo influyentes.

Yo siempre he sido una persona con ideas " raras", diferentes a las de la mayoría. Cuando niña sufría la incomprensión de mis pares y con el tiempo, ya conciente de mis diferencias, terminé aceptándome. Entendí que no todos pueden ver el mundo de la misma forma en que lo veo y que todos tenemos derecho a tener nuestra visión.

Siempre me vi como un salmón luchando contra la corriente, envuelta en proyectos que consideraba vitales y que a pocos le interesaban, viendo como los intereses económicos de los demás primaban sobre otros, y obligada a responder a la competencia para complacer las necesidades ajenas. Pero, por suerte, a lo largo de la vida, fui encontrando algunos otros salmones y con ellos interactué positivamente. Lo peor ( de ser un salmón-humano) ha sido enfrentar la intolerancia y las malas interpretaciones de la gente con respecto a lo que digo, hago o anhelo, a tal punto que me he metido en muchos líos por ello. Ya no me importa demasiado cuando caigo, me levanto, me limpio las rodillas y sigo; porque sé que los humanos tenemos la tendencia a pensar que el otro debe actuar, o interpretar la vida así como nosotros lo hacemos, sin considerar que algunos son distintos a nosotros y que procesan la vida, como los salmones, contra la corriente.


Los salmones- humanos somos adaptables, muchas veces vanguardistas, visionarios e incomprensiblemente luchadores por fines por los que pocos se interesan, trabajamos por empresas que para la mayoría carecen de sentido y que con el tiempo, sólo con el tiempo, se valoran. Humanos como estos, siempre han existido, yo no lo sabía hasta que crecí, me identifiqué con personajes y encontré a otros como yo; desde ahí en adelante, entendí que ser diferente no es tan malo . Empecé a ver la vida con otros ojos, volví a mis orígenes de pensamiento, borré los archivos negativos y entendí que mis actos podían sumar a la sociedad.

La imagen del salmón, nadando contra la corriente, la he tenido en la mente desde niña. Este pez que nace en el río y baja al mar a pasar la mayoría de su vida , vuelve nuevamente a desovar en su lugar de origen , nadando río arriba, sorteando riscos, rápidos y toda suerte de obstáculos. Las crías que sobreviven inician el recorrido río abajo, al igual que lo hicieron sus padres de pequeños; cuando llegan al mar, ya se les ha producido el cambio fisiológico para que su sistema pueda separar y descartar la sal que entrará a su cuerpo en el mar. Es un interminable ciclo, el del salmón , que crece en los mares del hemisferio norte y se reproduce en sus ríos y lagos. Por eso surge la interrogante : ¿A dónde pertenece el salmón? La primera respuesta sería : al río, donde nace y vuelve cada año, la segunda : al mar, de donde provienen sus progenitores y viven la mayoría de sus vida. Eso nos hace surgir un dilema parecido al antiguo del huevo y la gallina. Lo cierto es que el salmón está destinado a vivir en el mar adapta su sistema a él, así que es un pez marino, que nace en el río y vuelve a él porque ese es el lugar más propicio para la reproducción y la supervivencia de su especie, pero su lugar está en el mar.

A algunos humanos nos sucede algo similar, somos originarios de lugares propicios para nacer y crecer los primeros años, pero para desarrollarnos como queremos, debemos llegar al mar y adaptar nuestro sistema para vivir en él. Luego podremos volver al río, a reproducirnos o de excursionistas, pero siempre nuestras vidas se desarrollarán plenamente en el gran mar donde nos hemos adaptado y ese siempre será nuestro verdadero hogar. 

Hoy el mundo se ha globalizado, las comunicaciones hacen que el mar se vaya homogeneizando, y algunos humanos emigran por diferentes motivos a vivir a distantes lugares de la Tierra, otros emigramos virtualmente, cada día, para desarrollar nuestras actividades. Muchos vuelven a sus lugares de origen haciendo un gran esfuerzo, porque su instinto los lleva hacia sus progenitores, a sus amigos o a sus recuerdos; otros nos quedamos a cuidar de nuestras crías y hacemos el esfuerzo, contra la corriente, de vivir con pocos recursos para no emigrar físicamente a los mares del norte, porque seguimos siendo salmones de los mares del sur.

Para los salmones (peces de los mares del norte), volver a su lugar de origen, también significa un gran sacrificio y lo hacen obedeciendo su instinto, y en pos de la supervivencia de su especie, pero se deben dar algunas condiciones del medio y del clima para su regreso, de lo contrario pueden perecer en el camino. El instinto migratorio de los miembros de la familia del salmón es muy específico, y cada generación regresa a desovar al mismo lugar donde desovaron sus progenitores.
En los últimos años, esto ya no está sucediendo con regularidad en algunos lugares de la Tierra y los salmones han desaparecido de algunos ríos y mares del norte y sendas variedades de salmón están en peligro de extinción y de no ser por el cultivo artificial para la pesca y el consumo, también estaría en peligro la especie. Estos cultivos junto con los cambios climáticos y la excesiva pesca, quizá sean los causantes de mutaciones en la memoria del salmón repercutiendo en su lenta desaparición en estado natural. Mi amigo Kevin Johnson, que vive en Alaska, dice que van dos veranos en que el salmón no sube a desovar por la zona donde él vive, y que las situaciones de cambio del clima no han sido propicias por eso se está viviendo algo nunca visto en esa zona.

La pesca del salmón, no sólo significa el sustento de muchos, sino también el regocijo de los pescadores deportivos y parte del folklore de las zonas circundantes a los ríos afluentes de los mares del norte. En este caso el salmón se convierte en un dador de vida no sólo para su especie, sino para quienes disfrutan de su presencia. Son parte de la vida social.

Esta situación, de la ausencia del salmón en los ríos de Alaska, es muy preocupante y seguramente el humano tiene mucho que ver con las razones de su falta, tanto como con la quietud de algunos salmones-humanos, que por razones de clima meteorológico, o social a veces prefieren no subir al río, quizá porque prefieren quedarse en el mar en que viven, salteando las estaciones de vuelta, corriendo peligro de que las nuevas generaciones, muten, y con la política del mínimo esfuerzo se unan a las masas, arriesgando la supervivencia de su "especie".


Lamentablemente, como "uno propone y Dios dispone", y los imprevistos nos obligan a cambiar nuestros planes, hoy en los mares del sur, van quedando pocos salmones.



El Salmón Andrés Calamaro
http://www.youtube.com/watch?v=ocq_9jjQFyY

Comentarios

  1. No solo en los mares.

    Perdemos identidades a cada instante.

    De ahi , al menos pienso así, la importancia de sentirnos autenticos, lo que nos puede permitir mantener fuegos encendidos.

    Ha sido un placer leerte.

    Cariños

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  2. Gracias Abu, un placer que pases por aquí y dejes tu cariño.

    un beso

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